Una educación destalentada

De cómo destrozar el sistema educativo español sin morir en el intento o de cómo he vivido los recortes en la educación pública de la Comunidad de Madrid.

Partamos de varias premisas:

  1. La Comunidad de Madrid es el laboratorio privatizador de los servicios públicos.
  2. Mi experiencia personal es mía, que es la que aquí voy a contar, desde mi particular posición como profesora de secundaria. No pretendo ser precisa, sino expresar como me siento como docente que llegó a esta profesión después de un camino personal en el que vislumbré que enseñar era lo que más me gustaba hacer y con lo que aprendía cada día.

Estudiar Filología Española no es que te de muchas opciones en el mercado laboral al uso, el más fácil quizá sea la docencia, pero desde pequeñita, quizá por rebelde o esta manía que tengo de cuestionar todo, me negué. Paradojas de la vida, a los 28 años me di cuenta de que lo que mejor sabía hacer era enseñar, que lo que mejor perspectivas profesionales me ofrecía era la docencia en educación secundaria.

Así que después de varios años viajando por el mundo, trabajando como profesora de español y en otras muchas cosas, me decidí a trabajar en secundaria. Hice mis primeros pinitos con los Padres Escolapios (como en la canción de la excursión) y en 2008 aprobé las primeras oposiciones que me preparé en serio (me presenté algunas veces antes para tener contento a mi señor padre, pero por llevar la contraria iba de excursión, como con los Padres Escolapios).

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Marea verde

Ya en esos primeros años se oteaban en la distancia las primeras amenazas de precarización, cierre de los centros de apoyo al profesorado, reunificación de los equipos de atención temprana, apertura de aulas en la concertada en detrimento de la pública, pero no parecía algo muy grave, y la movilización era mínima.

De interina, viví varias huelgas que pasaron sin pena ni gloria, como la que se hizo por la bajada de sueldo de 2010 a los trabajadores público. Quienes la hicimos parecíamos unos rarunos que nos íbamos una tarde de pellas (ese curso trabajaba de tarde) para ir a una mani.

El verano de 2010 gané la plaza (queda muy bien a lo antiguo eso de ganar, pero los abuelos tenían razón tanta gente para tan poca plaza). Cuando ocurre es algo que no te terminas de creer, verte en la lista de admitidos publicada es como verte en un espejismo. En ese momento, te relajas: ¡ya no tendré que dedicar más años a pasarme todo mi tiempo libre estudiando para trabajar en lo que me gusta!

El último día nos repartían las plazas: no había para todos y tocó esperar a septiembre. Esto puede parecer anecdótico, pero después de cuatro año se me ha rebelado como la primera medida para quemar, desanimar, agotar prematuramente y minar la moral de los profesores. Así hemos seguido hasta la fecha, y no puedo dejar de quitarme el sudor de la frente por haber aprobado, ya que no ha vuelto a haber oposiciones por mi especialidad y mucha de la gente que no se sacó la plaza se ha visto abocada al paro, a emigrar, trabajar en cualquier otra cosa, subsistir con medias jornadas, no cobrar el verano…

Pero lo peor estaba por llegar. Las instrucciones de comienzo de curso de 2011-2012: se amplían las horas de docencia directa, se suprime la tutoría lectiva como tal, en muchos centros se eliminan los desdobles, los grupos de compensatoria, se amplía la ratio de alumno por aula. Por otra parte, en la adjudicación de destinos, muchos de los que todavía no tenemos destino definitivo (muchos, muchos y muchos más) no obtenemos destino. Habrá que esperarse a septiembre otra vez.

Menudo veranito: hubo las primeras manifestaciones, actos de protesta y la primera gran asamblea (en el salón de actos de CCOO en Madrid no cabía ni un alfiler y todavía era agosto) a las que siguieron otras muchas.

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Escuela pública para todos

Ese primer trimestre se convocaron 10-11 huelgas. Parecen muchas, pero en principio iban a ser más que no fueron quizá porque los profesores somos especiales, porque no se quería poner a los padres en contra, fueron las que fueron. Y alguna que otra cosa se consiguió, aunque no se contaba con que los que nos gobiernan también legislan, y si había algo en esas instrucciones que no cumplía la legislación, pues en sucesivas órdenes legislativas se ha modificado. En definitiva, nos la han metido doblada.

Por el camino, parece que ha cundido el desánimo, la aceptación de la derrota. Parecía que teníamos a la opinión pública de nuestro lado y sigo pensando que la tenemos, porque si hay algo que con tanta privatización ha cambiado es la percepción de los servicios públicos ya que al destruirlos, el ciudadano se ha dado cuenta de su utilidad.

Desde 2011-2012 la cosa no ha cambiado mucho. Los profesores seguimos metidos en nuestro propio círculo vicioso de autocrítica y crítica a los colegas, seguimos protestando, pero cada vez más silenciosos. Después de trabajar en tres institutos diferentes desde ese curso, en todos acabo percibiendo el mismo desánimo, que es imposible la lucha, que no nos hacen caso, que a nadie le importa nuestro trabajo cada día más difícil con más alumnos y más diferentes por aula, con recursos sociales y de atención a los alumnos con necesidades educativas escasos, con cada vez más horas de docencia directa, de docencia indirecta y con cada vez más trabajo administrativo y exigencias de los padres, inspectores, etc.; y la escasa valoración de nuestro trabajo sobrevolando por todos lados.

Este curso, el desánimo ante la lucha por unas condiciones de trabajo dignas, se ha transformado en agotamiento. Y lo peor de todo es que no me siento sola con este sentimiento.

Hoy en el camino: esta pequeña retrospección de mi vivencia es pesimista, pero quizá haya que pasearse por el pozo un rato, por lo menos hasta la primavera para volver a subirse a los árboles.

El fin privatizador: minar la moral del docente, del desánimo al agotamiento, es una manera de destruir. Y no he hecho balance de lo material (a día de hoy en mi centro no funcionan todos los medios materiales bien: días enteros sin Internet, medios informáticos obsoletos, calefacción a medio gas y un largo etcétera).

 

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4 comentarios

    1. No sé si hablaba de educación, creo que sobre mi estado de ánimo frente al estado de la educación. Pero los alumnos lo notan y es a quienes más afecta sin ninguna duda… No es lo mismo estar en una clase de 35 que de 28, no es lo mismo que se atiendan las necesidades educativas del alumnado, que no se haga. Se nota, y ellos no entienden por qué cada vez se va menos de excursión, por qué los ordenadores son una patata; que la biblioteca del centro tenga horario restringidísimo y no se compren materiales nuevos; que el profe les diga que no hay tiempo para nada ni medios para nada; que no se sustituya a su profesor enfermo o que aparezca en el centro dos semanas después de empezado el curso, que de repente la universidad sea carísima y no haya plazas en la formación profesional para los que no aprueban en junio… A quien más afecta es a los alumnos, sin duda, y algo hacen, cuando pueden y con las armas que tienen y les dejamos, y saben que se debe a los recortes…

  1. No sé si hablaba de educación, creo que sobre mi estado de ánimo frente al estado de la educación. Pero los alumnos lo notan y es a quienes más afecta sin ninguna duda… No es lo mismo estar en una clase de 35 que de 28, no es lo mismo que se atiendan las necesidades educativas del alumnado, que no se haga. Se nota, y ellos no entienden por qué cada vez se va menos de excursión, por qué los ordenadores son una patata; que la biblioteca del centro tenga horario restringidísimo y no se compren materiales nuevos; que el profe les diga que no hay tiempo para nada ni medios para nada; que no se sustituya a su profesor enfermo o que aparezca en el centro dos semanas después de empezado el curso, que de repente la universidad sea carísima y no haya plazas en la formación profesional para los que no aprueban en junio… A quien más afecta es a los alumnos, sin duda, y algo hacen, cuando pueden y con las armas que tienen y les dejamos, y saben que se debe a los recortes…

  2. ¡Ja! He sido uno de esos maestros de escuela que aparecen en el aula a mediados del curso para reemplazar a un sustituto "permanente" que había reemplazado a una maestra que renunció porque la metieron en una situación que no correspondía a su preparación … Y, aunque tengo muchas historias caóticas de esa escuela en general, todavía me sorprendo cuando algún maestro me cuenta una historia nueva de caos organizativo en las escuelas. Cada vez anticipo el caos pero el caos me choca igual. Cada vez.

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