Las crudas, de Esther García Llovet

15. Las crudasSiempre me gustó más medir los textos por páginas que por palabras, pero claro, así nunca le queda a uno claro cuántas palabras caben en una página, porque el número final está expuesto a algunas variables como tamaño y tipo de letra, espaciado interlineal, cantidad de sílabas de cada unidad entre espacios blancos. Será por eso que casi ninguna petición, formulario, solicitud  o concurso se miden en páginas sino en palabras, porque las hay breves y afiladas como hoy, fiel o luz, e interminables como tempestad, anacoreta, escribiente, locomoción. 500 palabras máximo y ya se me fueron unas 50, qué hacer, cómo tocar la novela entera, varias horas de la vida de uno en tan poquito papel, ¡qué cubrir!

Las crudas es la tercera obra publicada de Esther García Llovet, malagueña cuarentañera residente en Madrid. Mi entrada a esta novela de unas 140 páginas: su tratamiento de un espacio que parece dominarlo todo invisiblemente. No sabemos bien dónde se nos ha metido. Es una ciudad en algún tiempo presente que nos corresponde. ¿Es Europa? Uno de los protagonistas es italiano. ¿America Latina? Pareciera Argentina con tanto proveedor de vinos Merlot persiguiendo a otro de los protagonistas por no pagar los pedidos para su restaurante. Este se llama Esmiz, o sea, ¿Smith? Otro juego para ubicarnos o despistarnos. Sabemos que no estamos en el Salvador porque la otra prota y su hijo son emigrantes que desde allí llegaron para enroscarse en la vida de Esmiz sin demasiada pasión ni interés, puro transcurrir desde el otro lado, sea el que sea, pero de seguro no el de los vivos que caminan por las mismas calles. Hay más datos y casi al final se nos habla de miles de Hummers, parques naturales y cientos de canales de televisión. Ah, estamos en una ciudad de los Estados Unidos, y allí los personajes harán lo que puedan para ir sobreviviendo en medio de la invasión de las telecomunicaciones, las pastillas para todo, la ropa sintética, y por encima, como cubriendo cualquier resquicio de aire fresco, una tremenda soledad. A lo mejor no estamos en los Estados Unidos.

Si tuviera que sacar maestros diría que Onetti se me aparece muy claro en la configuración del espacio y en el intento de que la comunicación entre los personajes muestre las relaciones humanas en toda su complejidad. Es una Santa María que como integrante del yoglobal total, no está aislada de este mundo que habitamos. La escritora pone este lugar difuso pero familiar a funcionar y, de hecho, funciona.

Las crudas. La Coruña: Ediciones del viento, 2009

 

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