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Ha hecho Felipe González unas consideraciones muy sensatas sobre Cameron y el Brexit, bien por él. Sin embargo, es de justicia aplicar también al veterano socialista una crítica contundente por el mismo error, o falta de ética, que el cometido por Cameron. Ni que decir tiene que la valoración de González como presidente es globalmente positiva, por mucho que sea ya un clásico rascar votos mediante el ataque desmesurado y sin fundamento ecuánime a su figura. Lo mismo venía pasando con Zapatero, hasta que los actuales creadores de discurso vieron que les era más útil como ‘mejor presidente de la democracia’; dejando así descolocados a propios y aliados, que tenían ya buena práctica en atizar al presidente ‘de la ceja’ con el repertorio de hipérboles, mentiras, medias verdades, silogismos falsos, dobles raseros, etc…, que conforman la ‘razón indignada’.

El ‘referéndum demagógico’

Felipe GonzálezPero esta vez González es sin duda culpable del mismo pecado que ha cometido Cameron y, en grado de propuesta, también Iglesias. Se trata de un mecanismo idéntico en los tres casos, mecanismo que podemos denominar ‘referéndum demagógico‘. Consiste en prometer en periodo electoral un referéndum para complacer a los más radicales entre los propios, y ganar -o no perder- dichos votos. Los socialistas más a la izquierda y los comunistas, en el caso de Felipe González cuando el referéndum de la OTAN; los torys más derechistas y euroescépticos, en el caso de Cameron; y sectores nacionalistas radicalizados en el caso de Iglesias y sus eventuales referéndums de autodeterminación.

La clave del referéndum demagógico está en deglutir primero, gracias a su promesa, una buena bolsa de votos; pero hacer luego campaña en contra, de manera que los votos ganados salgan gratis. En efecto: ni González quería salir de la OTAN, ni Cameron salir de la UE, ni Iglesias que se independice Cataluña. En esta segunda fase existe ciertamente un riesgo, ya que la suerte del país queda por un momento en suspenso. ¿Cuál será el resultado? Nunca puede garantizarse, por mucho talento publicitario que se ponga en las campañas… Pero cuando las ansias de poder son absolutas, también la ética queda en suspenso y el avispado político se dice que ya luego, con la adecuada ‘comunicación’ a la ciudadanía, las cosas permanecerán en su cauce.

Felipe González, David Cameron y Pablo Iglesias

Así fue, en efecto, en el caso de Felipe González: el referéndum le salió como él quería. Sin embargo Cameron, quizá menos hábil que el fino sevillano, ha caído de bruces en un charco tan descomunal como el propio canal de La Mancha… No solo se ve obligado a una dimisión poco airosa, sino que ha sometido a su país, y a todo el continente, a una conmoción tremenda.

Conste que aquí no se juzga si el salir o entrar de la OTAN, de la UE, o de España puedan ser acciones beneficiosas o perjudiciales para los respectivos sujetos políticos. Eso dependerá de cada caso, y de la forma de pensar de cada cual. Ni tampoco se habla de los referéndums que se convocan sin segundas intenciones. Aquí lo que se comenta es el mecanismo del referéndum demagógico en sí; la escasa ética de prometer a los radicales una consulta, aunque en realidad no se desea que prospere, con el fin de aumentar los caladeros electorales, confiando en la exitosa manipulación posterior de los resultados. Más honesto sería abstenerse de esas técnicas de charlatán de feria, que solo buscan el rédito electoral aun a costa de que la suerte entera de la colectividad se decida en un azaroso juego de cara o cruz.

 

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