Capitán América: Brave New World (Julius Onah)

Cartel oficial del filme
Cartel oficial del filme

En 2019, en los cines de medio mundo, miles de fans se alzaron de sus butacas en éxtasis ante la famosa escena de «Vengadores: Endgame» en la que todo el panteón de héroes del universo Marvel aparecían en pantalla para enfrentarse al malvado Thanos respondiendo al grito del Capitán América (el icónico “¡Vengadores Reuníos!”). Era la culminación de la aclamada fase 3 del UCM: 11 películas en 4 años que tenían como objetivo llegar a esa cima de emoción nostálgica y captación de nuevos y jóvenes incondicionales del género superheroico. Y  lo hacían mediante ese concepto tan abstruso llamado “Fan Service” que igual que cimentó este punto álgido del género, está consiguiendo también ser la piedra atada a su cuello que amenaza con hundirlo para siempre.

Sólo han hecho falta 6 años para decepcionar, agotar y hacer casi desertar a esa fanaticada entusiasta, al saturar el mercado con un sinfín de películas y series de TV completamente olvidables, buscando, en el fondo del barril, personajes que a nadie le interesan y así arruinando poco a poco el negocio de las adaptaciones superheroicas que, sinceramente, ya aburre a las ovejas.

“Capitán América: Brave New World” (2025, Julius Onah) es otro ejemplo de agotamiento de este tipo de películas aunque, paradójicamente, lo que Disney pretende con esta cinta es una vuelta a los orígenes, a esa añorada fase 3 (añorada mayormente por sus ejecutivos).

Anthony Mackie - Capitán América
Anthony Mackie

La trama es más simple que el mecanismo de un botijo: el Coronel Trueno Ross (interpretado por un Harrison Ford en horas bajísimas y tan desganado que no quiso ni dejarse el característico bigote del personaje) es elegido presidente de los Estados Unidos. Ross, para el que no lo sepa, es el sempiterno militar perseguidor del increible Hulk, cuyo alter ego estaba ennoviado con su hija Betty. Esto al severo militar no le hacía ninguna gracia (a lo largo de la cinta y con la vana intención de darle un trasfondo a los personajes,  se nos explicará que, por ello, su hija le ignora y otras cosas tristes de relleno para alargar una trama que, si no, duraría 20 minutos).

Sam Wilson, el nuevo Capitán América y Joaquín Torres, el nuevo Falcon, junto a un grupo de soldados norteamericanos acuden a un convento de México a detener una venta de productos ilegales. Serpiente, un grupo de villanos genéricos, liderados por Crótalo, retienen como rehenes a unos religiosos mientras la venta se efectúa. Cómo no, el Capitán América (que ahora tiene alas) aparece para salvar el mundo libre y tiene lugar una pelea bastante poco épica, con una coreografía muy poco elaborada y con unos sonrojantes efectos digitales (¿por qué el CGI hoy en día luce peor que hace 20 años?).

Harrison Ford

Tras apalizar a los malos y recuperar el paquete/macguffin de turno (el villano escapa hasta que el guionista vuelva a necesitarle), el presidente Ross, invita a los héroes a la Casa Blanca a una cumbre internacional a la que acuden con Isaiah, un veterano supersoldado afroamericano. En el evento, el Presidente Ross le anuncia al Capitán América, su intención de volver a formar a Los Vengadores y explica a los invitados el motivo de la reunión. En la Isla Celestial, que emergió en el océano indico y que es, básicamente un gigante que dormía en el centro de la tierra, han encontrado Adamantium, un mineral que deja el grafeno a la altura del betún. Como buen presidente norteamericano, Ross quiere evitar conflictos y propone un tratado internacional para su uso y disfrute universal (quizás esta sea la parte más fantástica del filme). Me parece muy gracioso que, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, se cambió el subtítulo del filme que originalmente era “New World Order”.

El caso es que, de repente, empieza a sonar una canción y Isaiah y otros militares comienzan a disparar a los presentes (con la mala puntería habitual). Cuando consiguen reducirlos, no recuerdan nada de lo sucedido. Está claro que los guionistas de esta película han visto “El mensajero del miedo”, aunque parecen confiar en que los espectadores, no.

El nuevo Capitán América
El nuevo Capitán América

Comienza entonces la archisobada búsqueda de pruebas por parte de los héroes para probar la inocencia de Isaiah mientras el presidente recibe mensajes de un villano en la sombra (otro) que parecen cuestionar la integridad de éste. La trama parece querer derivar ahora hacia el género de intriga y/o espionaje pero los guionistas (tres, nada menos han hecho falta para pergeñar este engendro) se encargan de desbaratar cualquier posibilidad que pudiera existir de despertar un mínimo interés. Cada vez que hace falta que la trama avance, alguno de los personajes encuentra la pista oportuna o explica al resto los datos necesarios para que la acción se traslade a la siguiente localización… donde se hallará la siguiente pista o al siguiente personaje que, a base de darle a la húmeda, proporcione el siguiente empujón a la acción (que, por cierto, no es muy abundante).

Los fallos de guión, e incluso de raccord son constantes (entran en una instalación militar siendo noche cerrada y, tras pocos minutos en ella, salen al exterior bajo un sol de justicia). Las escenas de acción son confusas y muy mal rodadas. Y los personajes carecen del menor carisma, exceptuando el interpretado por Giancarlo Esposito (el inolvidable Gustavo Frink de “Breaking Bad”) que, no obstante, fue un añadido posterior al guión para intentar salvar un proyecto que hacía aguas por todos lados y que, por tanto, aparece y desaparece de la historia sin aportar prácticamente nada.

Red Hulk repartiendo estopa
Red Hulk repartiendo estopa

Resumiendo, el villano en la sombra que, básicamente, lo único que hace es hablar (como la mayoría de los personajes en esta película de, no lo olvidemos, superhéroes) provoca un conflicto bélico entre USA y Japón por el dichoso mineral milagroso y tiene lugar el enésimo homenaje/referencia/plagio de la película: esta vez es una batalla aérea al más puro estilo “Top Gun”. Huelga decir que es una secuencia extremadamente confusa y que canta a CGI a kilómetros pero, con todo y con eso, es lo más salvable de esta cinta. Tras una batalla final entre Hulk Rojo y el protagonista (para justificar el poster de la película) y una vergonzante escena postcréditos (una de las señas de identidad de los filmes del UCM) a modo de cliffhanger sin fuste,  en la que queda claro que los ejecutivos de Disney no saben muy bien qué van a hacer a continuación.

El panorama para ellos no es muy alentador, desde luego. Dar dos veces en la diana al nivel en que lo consiguieron con “Endgame” es muy difícil, casi imposible. Hacer algo tan horrendo como “Capitán América: Brave New World”, también. Si sirve para hacer sitio en las carteleras de los cines y las parrillas de las plataformas a películas y series alejadas del género superheroico y, previsiblemente, más interesantes, bienvenida sea esta cinta. Aunque, dado que la taquilla no ha sido mala, probablemente la superturra aún no ha dicho su última palabra.

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