Casa en llamas (Dani de la Orden)

No será preciso dar un gran varapalo a esta película entretenida, correcta, que oscila entre la comedia suave y el drama. Se trata de Casa en llamas (Dani de la Orden, 2024), una obra realizada para el gran público pero con cierta intención de superar la mera evasión y provocar una sonrisa ‘inteligente’ o una identificación vital y afectiva.

Casa en llamas: Cada uno lleva ‘lo suyo’

Los actores de Casa en llamas
El concepto: un conjunto de personajes del tipo ‘gente normal’, estrechamente relacionados, a los que vamos conociendo entre anécdotas y peripecias. Todos tienen ‘lo suyo’: algo que ocultar, mezquindades o traiciones, deseos ocultos, hipocresías, también amores y viejos sufrimientos. Cuando ya por fin se ha descubierto todo de todos, y el panorama general es bastante penoso; ¿podrá seguir la relación entre los miembros de ese grupo o ya es un caso perdido? Y ahí llega la resolución de la trama; el lector tendrá que descubrirla por sí mismo y juzgar si Casa en llamas ha sido más o menos valiente en el segundo final.

La trama alterna escenas ligeras, cotidianas, suavemente humorísticas, con descubrimientos algo más dramáticos. La mezcla logra una buena identificación afectiva del espectador. A ello contribuye una realización correcta, funcional, ágil, con mucho montaje y plano-contraplano. Fotografía clara y gratificante estéticamente.

Casa en llamas: humor ligero y cotidiano

Casa en llamas

Las escenas corales, muy basadas en el diálogo y buscando un poco el caos grupal humorístico a lo Berlanga, están aceptablemente logradas, aunque sin la esquisitez del plano secuencia. Aquí hay que anotar la existencia de un cierto ‘matriarcalismo’ que no es raro de ver en este tipo de obras: los hombres, más bien tontos, débiles, simples, mentirosos, tramposos, hipócritas. Las mujeres, descontentas, sufridoras, con tendencia a la manipulación…, pero en todo caso las que toman más iniciativa y guían un poco la linea general del grupo.

En cuanto a los momentos dramáticos o afectivos, también resultan aceptables, por lo agridulces. Lo cierto es que en cuanto a fallos, miserias, sufrimientos y decepciones vitales, nadie se salva y, a pesar de cierto tono ligero, sí hay que agradecer al director de Casa en llamas el haber renunciado a edulcorar las realidades de la vida de acuerdo a los tópicos imperantes y promocionados mayoritariamente.

Una última observación que es una pregunta para quien sepa responderla… ¿Por qué las películas rodadas en catalán están mucho peor dobladas al castellano que otras hechas en inglés o en cualquier otro idioma? Con la calidad que tiene entre nosotros la industria del doblaje…; y sin embargo, cuando se dobla del catalán, parece como si hubieran dado a unos becarios el texto para leerlo aburridamente ante el micrófono. ¿Hay explicación para este misterio?

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